la elipsis del tobillo
la pluma en la caricia
una antorcha de lluvia
una fragua de alivio

y esta cara
desprendida de otra
que suelo visitar en las acequias

el cuándo de la orilla
el borrón de mi hija
una quiebra de óvulos
un canasto de ojos

y esta inocencia
rasguñada en baberos
que suelo consagrar en el cajón

me conformo
:tengo una ratonera
un confite de boda
un almacén de peros
resignados

y
este stock mayorista
de nostalgia
facturándote a vos

No vengo en busca de puntos cardinales
ni hay mentiras que se suspendan
de mis pechos.

Ni la turba de llanto, gentío de sinsabores
viene a aprovecharse del pan
de mis ojos.

No llego para expiar homenajes
ni el pliegue de estrellas afiebradas
de mi piel.

Ni el fruto del carbón, ni la pisada
van a desenredar las picoteadas líneas
de mis manos.

Por esto,

por la patria que fui
de los abrazos líquidos
y la pulsión rogada en el altar de viento.

Por esto,

por ser hoguera
en los oleosos pórticos
del labio impostado de vida.

Porque no hay rechazo que me asemeje
ni geografía sana, ni estanques en mi frente.

Porque no hay un nombre todavía
que pronuncie mis pétalos sin arrancarme
un grito de rosa amaestrada.

Por eso yo te invoco:
amor